José Peñín y la vida entre vinos: Mis memorias del vino

Un viaje de medio siglo por la historia del vino contado en primera persona

El vino no se cuenta, se vive (y se recuerda)

José Peñín, el gran cronista del vino español, no necesita presentación. Pero sí merece una lectura. Y Mis memorias del vino (Planeta Gastro, 2025) es más que un libro: es una cata vital. A lo largo de sus más de 700 páginas, Peñín nos ofrece una autobiografía diferente, tejida con anécdotas, encuentros y vivencias que transforman lo profesional en algo profundamente humano.

Escrito con esa mezcla de rigor, ironía y cercanía que caracteriza su estilo, el libro se divide en cinco bloques que repasan no solo su carrera, sino la evolución completa del mundo del vino, desde los años 70 hasta hoy.

De abstemio a autoridad: el arranque inesperado

¿Quién diría que uno de los mayores expertos en vino de habla hispana empezó siendo abstemio? Así arranca la primera gran anécdota del libro. En 1975, Peñín funda el Club de los Vinos de España junto a un vecino, y lo hace sin apenas conocimientos técnicos. Su método: buzoneo, venta por correspondencia y muchas ganas de aprender. Su escuela no fue una universidad, sino las bodegas, las mesas compartidas y las conversaciones con quienes sabían más que él.

Isabel Mijares, catas inolvidables y grandes nombres del vino

Las páginas del libro son también un recorrido por las personas que marcaron su camino. Entre ellas, destaca la enóloga Isabel Mijares, quien le enseñó los entresijos de la profesión. Pero también aparecen otros nombres clave como Víctor de la Serna o Juancho Asenjo, compañeros de debate, vino y, a veces, desacuerdo.

El tono es honesto: cuenta las luces y las sombras. Lo que funcionó… y lo que no. La revista Sibaritas, por ejemplo, cerró a pesar de su excelente contenido. Y algunas guías como la de destilados o vinos extranjeros no llegaron a cuajar. Pero todo ello forma parte de un camino donde, como él dice, «las caídas también fermentan experiencia».

El vino como símbolo de transformación social

Peñín no se limita a hablar de etiquetas y añadas. Él ha visto al vino pasar de bebida humilde en la mesa de los campesinos a objeto de deseo gourmet. Ha vivido la revolución tecnológica, el auge de nuevos países productores, y el nacimiento del “winelover” contemporáneo.

Sus viajes por España y el mundo no solo le enseñaron de variedades, sino de culturas. Como aquella cata en París en 2008, donde probó 45 Grand Cru Classé de Burdeos y otorgó 100 puntos al Château Lafite Rothschild 2005, describiéndolo como un vino “de fascinante complejidad, con una armonía entre fruta, especias y estructura que roza lo celestial”.

Aprender haciendo, contar con sinceridad

Peñín reconoce que muchas historias se las ha guardado, por prudencia o respeto. Pero las que están, tienen el valor de lo vivido. No pretende hacer un ajuste de cuentas, sino ofrecer una mirada sincera, sin postureo. Porque si algo le sobra a este libro es autenticidad.

“He visto cómo muchos se encumbraban y otros fracasaban, pero he preferido transmitir estas vivencias sin ensañarme con nadie.”

Esa frase lo resume: no hay rencor, solo memoria.

Un libro para leer con una copa (y con ganas de aprender)

Mis memorias del vino no es solo para los amantes del vino. Es para quienes disfrutan con una buena historia, para quienes valoran los caminos largos, los comienzos inciertos y la evolución constante.

Es también una invitación a mirar el vino con otros ojos: como cultura, como historia compartida y como símbolo de un país que, como Peñín, ha aprendido a valorar lo suyo… a sorbos lentos.


¿Te gusta el vino? Este libro no te lo vas a beber de un trago, pero te va a dejar un poso memorable.


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